El sector privado, ¿pieza clave ante el “reseteo humanitario”?: una mirada desde España

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El sistema humanitario atraviesa un profundo "reseteo" marcado por la caída drástica de la ayuda oficial de donantes tradicionales como Estados Unidos —que este año ha reducido en más del 90 % los contratos de USAID— y Reino Unido —que recortó su presupuesto del 0,5 % al 0,3 % de su ingreso nacional bruto— profundizando una brecha financiera crítica entre las necesidades humanitarias y los recursos disponibles. En este nuevo escenario, la implicación de otros actores como el sector privado cobra un peso cada vez mayor como vías alternativas para movilizar recursos o innovar en las respuestas.
España no es ajena a esta tendencia. La respuesta del sector privado a crisis como la guerra en Ucrania o emergencias climáticas como la ocurrida durante la DANA ha demostrado una notable capacidad de movilización. En el primer año del conflicto en Ucrania, por ejemplo, las empresas españolas aportaron el 13% de los fondos humanitarios movilizados desde el país. Además de estas intervenciones puntuales, existen decenas de alianzas entre empresas y actores humanitarios activos en contextos tan diversos como apoyo en campos de refugiados en Etiopía o comunidades de acogida en el Líbano.
Este creciente interés, sin embargo, sigue siendo limitado. Como señalamos en un reciente informe, la participación del sector privado español tiende a concentrarse en donaciones puntuales y acciones de corto plazo. Las alianzas estratégicas aún son escasas, aunque van en aumento y algunas experiencias destacan por su innovación y compromiso.
Las motivaciones del tejido empresarial español para participar en la acción humanitaria son diversas. Según el estudio, incluyen desde un sentimiento de responsabilidad colectiva el deseo de generar un impacto social, hasta mejorar su reputación corporativa, atraer y motivar talento, fomentar la innovación o, en menor medida, explorar intereses comerciales.
La participación del sector privado español tiende a concentrarse en donaciones puntuales y acciones de corto plazo
Por su parte, las ONG valoran especialmente el apoyo del sector privado en el acceso a recursos adicionales, la transferencia de capacidades técnicas y la posibilidad de diseñar respuestas más eficaces y sostenibles. Aun así, esta colaboración no está exenta de tensiones.
Algunos riesgos y desafíosEl estudio del IECAH identifica varios retos importantes entre ellos, el riesgo de que las ONG sean instrumentalizadas por empresas cuyos métodos o historial no se alinean con los estándares de derechos humanos. También preocupa la tendencia a centrar los apoyos en crisis altamente mediáticas, dejando de lado contextos menos visibles, pero igualmente urgentes.
Existen además barreras estructurales significativas: dificultades para alinear objetivos, o ritmos y lenguajes entre sectores con culturas organizativas distintas. A esto se suma un conocimiento limitado, por parte de muchas empresas, de los principios que rigen la acción humanitaria —como la neutralidad, la imparcialidad y la independencia—, así como la ausencia de compromisos sostenidos a largo plazo.
Desde el IECAH consideramos que esta tendencia incipiente debe ser consolidada y orientada hacia alianzas más estructuradas, con objetivos compartidos, gobernanza conjunta y mecanismos claros de toma de decisiones y rendición de cuentas.
Consolidar esta vía requerirá creatividad, marcos adecuados y, sobre todo, una apuesta decidida por la construcción de confianza mutua entre empresas, ONG y actores públicos
Es fundamental que las empresas comprendan y respeten los principios humanitarios en sus intervenciones, y que promuevan la innovación y la transferencia de conocimientos. En este proceso, el papel del sector público es clave: debe actuar como facilitador, impulsando marcos normativos flexibles, espacios de diálogo y programas de formación específicos.
Asimismo, resulta crucial priorizar enfoques basados en la localización, fortaleciendo a los actores sobre el terreno y garantizando la pertinencia y sostenibilidad de las intervenciones.
Una oportunidad que no podemos desaprovecharEn un contexto humanitario cada vez más presionado por la escasez de recursos y la complejidad de las crisis, ampliar y mejorar la colaboración con el sector privado no es solo deseable: es necesario. España cuenta con ejemplos valiosos y aprendizajes concretos que pueden servir de base para una implicación empresarial más estratégica, ética y alineada con los principios humanitarios.
Consolidar esta vía requerirá creatividad, marcos adecuados y, sobre todo, una apuesta decidida por la construcción de confianza mutua entre empresas, ONG y actores públicos. Solo así será posible aprovechar todo el potencial complementario del sector privado y contribuir a una respuesta humanitaria más eficaz, justa y sostenible en estos tiempos de desafíos globales.
EL PAÍS